Cómo cambiar el Mundo
La pandemia, los daños ecológicos, la guerra de Ucrania nos lleva una y otra vez a preguntarnos cómo cambiar el mundo. Cómo conseguir que sea un lugar mejor, hecho de relaciones humanas que contribuyan al desarrollo real de personas y naturaleza. Lo que vemos no nos gusta, no queremos esto para las generaciones futuras.
En Respuestas Solidarias nos cuestionamos si cambiar el mundo es una utopía o si, por el contrario, podemos hacerlo. Conocer momentos similares de la historia, no nos ayuda a entender y trabajar por el bien de todos. Caemos una y otra vez en lo mismo ¿Porqué?
Lo necesario para el cambio
Los últimos acontecimientos que vivimos -pandemia, guerras, angustia social, etc.- deberían despertar a cada persona, a los estados, a toda la estructura política, para trabajar con un enfoque más amplio y comprometido: no limitarnos a buscar los intereses humanos inmediatos, sino el bien que hace posible que vivamos con paz en este mundo.
Una posible solución es abandonar ese individualismo que nos lleva a priorizar siempre el interés propio, y buscar servir, desear ser útil a los demás desde el papel que cada uno ocupa en la sociedad. Mucho hemos de cambiar, pero no es imposible.
Otra forma, muy concreta y eficaz, de mejorar el mundo es preguntarnos siempre cómo afecta mi forma de vida en los demás; qué repercusión tendrán mis acciones en quienes incidan. Y si hay algo que pueda afectar negativamente, no hacerlo. Así de sencillo y así de difícil. Hasta ahora, el beneficio de unos pocos ha perjudicado a sociedades enteras, y así no se mejora el mundo.
Otras propuesta de mejora
Detectar y respetar los límites del poder es otra buena forma de contribuir al cambio
«Ningún grupo humano se puede considerar omnipotente, autorizado a pasar por encima de la dignidad y derechos de las demás personas singulares o de sus agrupaciones sociales»
Papa Francisco
Es necesario creer de verdad -lo que implica que se traduzca en hechos-, que toda persona tiene un valor en sí misma, un alto valor que la sitúa a mi nivel, nunca por debajo; por eso, debo respetarla como a un igual que es.
En la actualidad, los hechos de muchas personas y sociedades, demuestran que viven convencidos de que no hay ninguna instancia por encima de ellos y pueden hacer según su criterio, solo se ven a ellos en su actuar. El derroche natural por el beneficio económico es un claro ejemplo. No piensan más allá de su individualidad.
Corregir este modo de situarse en el mundo es imprescindible para, al menos, reducir los aspectos negativos.
Conclusión
Por tanto, si cada persona se empeña en cambiar y dar prioridad al otro; si desea ser útil y lo valor por quien es, entonces, cabe la esperanza de la hospitalidad mutua entre los humanos, con respeto de unos por otros y por la «casa común». Esto se traducirá en la política, en la economía, la educación y todas y cada una de las tareas humanas.
Cambiar el mundo no será una utopía, un sueño irrealizable, sino un camino esperanzado que recorremos cada uno en beneficio de todos.